jueves, 22 de enero de 2009

Marrakech, ciego y luz.




Dolor certero, cuando miro
los ojos de aquel ciego,
y a su espalda la luz
brilla en silencios.


No hay esquinas cerradas,
en ellas se complace
habitando lo difuso.
Ni pasos camuflados,
ni puertas entreabiertas,
hay eso si, discretas celosías
que protegen el desnudo
de miradas ladronas.

Hay sombras, con matices.
Rayo de sol, serpiente en la fachada,
gota de pintura descarriada
que ocre quiso ser y es solo rosa desvaido.
Besa la luz, lugares cotidianos
aquí la puerta blanca, mas allá el salón
de oscuros verdes, rojos sobre sienas,
amarillos delicados sobre azules de Prusia.

Azafrán que reverbera,
hoja esmeralda de menta piperita,
nadando complacida, en el oro del te.

Es luz, amanecer resplandeciente,
de frescor pleno, repliega la palmera
alas verdes, se dobla sobre si, el banco en platas.
Luna no ciega.
Cleptómano me vuelvo de deseo
atrapo entre mis manos, todo un sueño,
lo hago suyo hecho palabras,
presente construido a reflejos,
a golpe de pincel que no censura.

Se lo regalo al ciego,
mientras la luz se acomada,
entre su pelo..



1 comentario:

  1. Sos fotógrafo, y en tu ser poeta eres también pintor. Algún día compartiremos cámaras en un Pelourinho lleno de color...
    un abrazo poeta,
    Cel

    ResponderEliminar